El príncipe Siddharta Gautama
Buddha, fue iluminado con este pensamiento hace un par de siglos atrás, donde
expresaba que: los prejuicios y el negativismo causan serios problemas en la
psiquis humana, reflejada en sentimientos represivos y misántropos, los que dan
origen a unos seres humanos irracionales que en ocasiones descienden en la escala filogenética
de la vida y modifican la conducta por una falsa conciencia, que es acuñada por
una serie de pensamientos oscuros,
capaces de hacer actos que atentan con la integridad física y mental de
su misma especie.
Los pensamientos oscuros que
deambulan por la periferia de la conciencia, incitan a perder la razón y actuar
por instinto; y no precisamente el de supervivencia, sino, que una especie de
actuar nocivo y toxico a su congéneres, en donde el odio y repudio por un color
de tez diferente; por un dogmatismo religioso; por ideologías contrapuestas y
muchas cosas más, dan origen a una serie de pensamientos radicales y capaces de
acabar con la vida de una persona.
Cuando los humanos no compitamos,
sino compartamos, habremos encontrado el camino perfecto para la buena
convivencia y armonía que necesita este mundo, porque las guerras para mostrar
poderío, no hacen nada más que mostrar, la pérdida de vidas inocentes y daños a
todos aquellos que no tienen voz en ese conflicto, que nada más lamentarse y
llorar por las diferencias de otros.
Pensemos de manera positiva,
apoyemos a nuestro prójimo, aplaudamos los logros de otros, vivamos
felices con lo poco o mucho que tengamos,
no odiemos a nuestros congéneres por la diferencia y particularidades, vivamos
felices y transmitamos las buenas vibras, para que este mundo pueda cambiar.
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